¿Café?

Hoy es un día de mierda…
Me siento en la cafetería.

Al levantar la mirada, estaba ella, dos mesas al frente y una hacia la derecha. Puedo jurar que nunca había visto a alguien como ella. Su mirada expresaba paz y un poco de arrogancia, un libro en la mano y sus audífonos. Después de un día de mierda, solo deseaba que ella levantara la mirada, que todo fuera como en las películas o en los cuentos de hadas; deseaba que nuestras miradas se encontraran. ¿Qué música estará escuchando? ¿Qué libro estará leyendo? ¿Le invito un café?

Vamos, levanta la mirada, yo disimularé que miro hacia otra parte, quiero que nuestras miradas se crucen. Vamos, no quiero que sea una de esas ocasiones donde crees que te encontraste al amor de tu vida en la calle, pero no vuelves a verlo jamás. Levanta la mirada, yo puedo acompañarte a leer.
La chica se levanta y se va.
Vaya día de mierda, primero pierdo mi trabajo y luego a “el amor de mi vida.”
Me levanto para irme.

-¿Café?
Es ella… ¿Qué hago? ¿Por qué no puedo hablar?
-Sí, claro.

Perdí mi trabajo, pero creo que encontré al amor de mi vida o solo un café.

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